09/07/2021 |
La pesadilla literaria de Annalena: el libro que desinfla el suflé de los Verdes en Alemania.
La candidata ecologista alemana está a punto de dilapidar su capital político cometiendo un error tras otro. El escándalo más reciente: ha sido señalada de plagiar parte de un libro.
Las últimas semanas no han sido buenas para Annalena Baerbock. Incluso muy malas. Tanto, que la posibilidad de que la aspirante ecologista se convierta en la próxima canciller de Alemania empieza a parecer cada vez más remota cuando faltan apenas dos meses y medio de las generales. Si Baerbock arrancó con una extraordinaria fuerza tras ser designada candidata de Los Verdes en abril y parecía por momentos firmemente encaminada hacia la cancillería en Berlín, una serie de errores amenazan con enterrar sus aspiraciones antes de tiempo. Las encuestas más recientes confirman las semanas aciagas para la candidata: las últimas atribuyen a Los Verdes apenas el 18-19% de las preferencias de los votantes, una caída brutal para un partido que incluso llegó a superar a los conservadores del CDU/CSU en los sondeos.
La caída por debajo de la marca del 20% va acompañada además por la consolidación del bloque conservador de CDU/CSU como favorito para los comicios, con alrededor del 30% de los apoyos. Una ventaja imprevista, si recordamos que en mayo algunas encuestas recogían un 'sorpasso' de Los Verdes en la carrera por la sucesión de Angela Merkel, con un 25% frente al 24% de la CDU/CSU. En tanto, los terceros en las preferencias, los socialdemócratas, empiezan a soñar con acercarse a los ecologistas (el SPD alcanza entre un 15 y un 16,5% en las preferencias). En el retroceso verde tienen que ver menos los conservadores, que consiguieron calmar las aguas en sus filas tras la tensa pugna por la candidatura ganada al final por Armin Laschet en abril, que los propios tropezones de los ecologistas. De Baerbock, en particular.
La pesadilla del libro ¿plagiado?
La candidata ha acumulado varios desaciertos en pocas semanas, al final quizá mucho menos banales de lo que parecen a primera vista. Primero, porque la suma de errores podría acabar convirtiéndose al final en una hipoteca muy grande. Y, segundo, porque uno de ellos, en particular, podría tener un potencial explosivo en la sensible opinión pública germana. El viento empezó a soplarle en contra a Baerbock cuando se dio a conocer que no había declarado ingresos secundarios a su actividad de parlamentaria –unos 25.000 euros entre 2018 y 2020– y, después, que había inflado sus méritos en su currículo, una práctica extendida y posiblemente no sólo entre políticos.
El último reproche es que Baerbock ha copiado varios pasajes del libro que publicó hace apenas unos días bajo el título "Jetzt. Wie wir unser Land erneuern" ("Ahora. Cómo renovaremos nuestro país"). El opúsculo de 240 páginas fue escrito, como cabe suponer, a toda prisa y con poco rigor en los meses previos, cuando la ambiciosa política de 40 años empezaba a desplegar todo su arsenal para apuntar a la cancillería. Una obra destinada más a adornar a la candidata en la parafernalia de la campaña electoral que a destacarse por sus ideas agudas. Para Baerbock y su equipo, sin embargo, debió haber sido también previsible que el libro sería puesto bajo la lupa para detectar posibles plagios, como ha acabado ocurriendo. Y es que las acusaciones de plagio no son baladí en Alemania, que recuerda bien la caída en desgracia de Karl-Theodor zu Guttenberg, fugaz estrella de los conservadores bávaros que tuvo que dejar la política en 2011 después de que se probara que su tesis de doctorado contenía plagios. El caso de Zu Guttenberg es el más famoso, pero no el único. Las acusaciones de plagio no son baladí en Alemania, que recuerda bien la caída en desgracia de la estrella de los conservadores Un académico austriaco, Stefan Weber, ha puesto ahora a Baerbock en la mira con pruebas de que la aspirante ecologista ha copiado varios pasajes de su libro de internet y de publicaciones de otros autores, entre ellos de un antiguo compañero de partido.
¿Guerra sucia contra Baerbock?
Weber, conocido por su febril labor de "caza-plagios", lleva días disparando contra Baerbock, para beneplácito de medios conservadores como el tabloide Bild y para tormento de los simpatizantes verdes, que lo acusan de ser parte de una campaña orquestada para tumbar la candidatura de Baerbock. La formación ecologista apunta, posiblemente con buenos argumentos, a grupos de interés y lobbys empresariales que miran con malos ojos al programa de ajustes estructurales que proponen Los Verdes para hacer frente al cambio climático en los próximos años.
"Se dice que hay una red turbia que quiere traerse abajo la candidatura de Baerbock. Yo no sé nada de algo así", se defendió Weber en una entrevista con el semanario Die Zeit. Baerbock, por su parte, ha admitido a regañadientes haber cometido un error con el libro. "Mirándolo a posteriori, habría sido mejor que trabajase con un índice de fuentes", dijo la candidata al diario Süddeutsche Zeitung. Lo cierto es que al no tratarse de una publicación académica, en Alemania hay dudas de si las frases copiadas en el libro de Baerbock, algunas de ellas formulaciones comunes, puedan ser consideradas estrictamente como "plagios" en el ámbito jurídico. En el entorno de Los Verdes, sin embargo, crecen los temores a que las acusaciones dañen de forma irreversible la credibilidad de Baerbock y también del partido, que suele hacer de los altos estándares morales y éticos parte destacada de su programa político.
El tabú de la renuncia
El miedo a un descalabro ha llevado a algunos a recordar también la estrepitosa caída del desafortunado expresidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, que arrancó en la campaña electoral de 2017 mimado por las encuestas y con la pretensión de desbancar a Angela Merkel, para acabar obteniendo la peor votación de la posguerra para los socialdemócratas del SPD. ¿Podría estar Baerbock ante un desplome similar? Probablemente no de esa magnitud, pero el fantasma de Schulz asusta. En público, algunos observadores han llegado a sugerir incluso que Los Verdes deberían retirar a Baerbock a menos de tres meses de los comicios y dejar la candidatura en manos de Robert Habeck, el colíder de los ecologistas. Habeck, considerado hasta comienzos de este año como la nueva estrella del partido, se vio forzado en abril a renunciar a la candidatura por el empuje imparable de Baerbock, pese a que muchos, tanto en el partido como en el electorado, lo consideraban la mejor opción. Es posible que algunos de sus simpatizantes estén alimentando ahora la idea de un volantazo para evitar la caída libre en las encuestas. Y hay, por otro lado, buenos argumentos para suponer que un cambio así sería el error definitivo en un partido conocido en otras épocas por sus dinámicas internas destructivas. Así parecen verlo por ahora también ellos mismos. "Desde luego que vamos con Annalena Baerbock como candidata a canciller", aseguró en una entrevista con Der Spiegel el jefe de campaña de Los Verdes, Michael Kellner, dedicado estos días a negar enfáticamente el otro extremo. Y consciente, posiblemente, de que la campaña entra pronto en su fase más caliente y que Baerbock ya no puede permitirse muchos errores más.
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