18/09/2021 Rosalía Sánchez |
Comienza en Austria el juicio por el contagio masivo de Ischgle. Más de 6.000 personas de 45 países han denunciado por negligencia a las autoridades locales.
A finales de febrero de 2020, vacaciones escolares de invierno en Europa Central, unos 6.000 turistas procedentes de 45 países se apiñaban en Ischgl, la denominada 'Ibiza de los Alpes'. Ischgl es una población tirolesa de apenas 1.600 habitantes pero con 10.000 camas de hotel, la estación que ha desplazado a St. Anton como la localidad de moda en Europa para beber, ligar e incluso esquiar. Alrededor de medio millón de visitantes pasa por allí cada invierno y todo el mundo sabe que la diversión más intensa no está en las pistas, sino en el Kitzloch, un local apre-ski, en cuyas paredes cuelgan fotos de ilustres clientes, como Elton John, Rihanna y Enrique Iglesias.
Allí se jugaba al «beer pong», un entretenimiento en el que un guapo y carismático camarero con capacidad de animar la fiesta, se introducía una bola de ping-pong en la boca y, sirviéndose de un impulso con la lengua, la expulsa con suficiente velocidad y puntería como para encestar en la jarra de cerveza de alguna agraciada joven, sobre la que adquiere cierto derecho de roce y que a su vez tiene derecho a utilizar la misma bola para intentar alcanzar la jarra de cerveza de algún otro y posiblemente desconocido cliente.
Si hoy semejante práctica nos resulta impensable, en aquel momento era un reclamo atractivo para visitantes que en su mayoría no habían oído jamás hablar del coronavirus. El 5 de marzo, cuando el Gobierno de Islandia advirtió a las autoridades regionales del Tirol que cinco de sus nacionales habían dado positivo al regreso a casa, la estación fue evacuada en medio del estupor de los turistas y las protestas de los hosteleros. Pero ya era demasiado tarde. El virus se expandió desde este localida de 1.500 habitantes a los cinco continentes.
Se actuó demasiado tarde
No fue el único foco. La estación de esquí estuvo abierta con miles de personas en contacto estrecho sin que se tomara la decisión de cerrarla en plena temporada.
«Pudo haberse evitado», es el argumento del abogado de los demandantes, Alexander Krauser, que acusa al gobierno austriaco de «haber actuado demasiado tarde» y de «haber cometido fallos que convirtieron tanto a la localidad de Ischgl como a su área circundante en un foco de contagios». Ayer se celebró la primera vista del juicio que ha sentado al Gobierno austriaco en el banquillo. Más de 6.000 personas de 45 países han denunciado por negligencia a las autoridades locales por actuar tarde pese al aviso de otros países.
A finales de febrero de 2020, vacaciones escolares de invierno en Europa Central, unos 6.000 turistas procedentes de 45 países se apiñaban en Ischgl, la denominada 'Ibiza de los Alpes'. Ischgl es una población tirolesa de apenas 1.600 habitantes pero con 10.000 camas de hotel, la estación que ha desplazado a St. Anton como la localidad de moda en Europa para beber, ligar e incluso esquiar. Alrededor de medio millón de visitantes pasa por allí cada invierno y todo el mundo sabe que la diversión más intensa no está en las pistas, sino en el Kitzloch, un local apre-ski, en cuyas paredes cuelgan fotos de ilustres clientes, como Elton John, Rihanna y Enrique Iglesias.
Allí se jugaba al «beer pong», un entretenimiento en el que un guapo y carismático camarero con capacidad de animar la fiesta, se introducía una bola de ping-pong en la boca y, sirviéndose de un impulso con la lengua, la expulsa con suficiente velocidad y puntería como para encestar en la jarra de cerveza de alguna agraciada joven, sobre la que adquiere cierto derecho de roce y que a su vez tiene derecho a utilizar la misma bola para intentar alcanzar la jarra de cerveza de algún otro y posiblemente desconocido cliente.
Si hoy semejante práctica nos resulta impensable, en aquel momento era un reclamo atractivo para visitantes que en su mayoría no habían oído jamás hablar del coronavirus. El 5 de marzo, cuando el Gobierno de Islandia advirtió a las autoridades regionales del Tirol que cinco de sus nacionales habían dado positivo al regreso a casa, la estación fue evacuada en medio del estupor de los turistas y las protestas de los hosteleros. Pero ya era demasiado tarde. El virus se expandió desde este localida de 1.500 habitantes a los cinco continentes.
Se actuó demasiado tarde
No fue el único foco. La estación de esquí estuvo abierta con miles de personas en contacto estrecho sin que se tomara la decisión de cerrarla en plena temporada.
«Pudo haberse evitado», es el argumento del abogado de los demandantes, Alexander Krauser, que acusa al gobierno austriaco de «haber actuado demasiado tarde» y de «haber cometido fallos que convirtieron tanto a la localidad de Ischgl como a su área circundante en un foco de contagios». Ayer se celebró la primera vista del juicio que ha sentado al Gobierno austriaco en el banquillo. Más de 6.000 personas de 45 países han denunciado por negligencia a las autoridades locales por actuar tarde pese al aviso de otros países.
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