18-09-2021 Ricardo Coarasa |
El ex miembro del “comando Argala” fue condenado en 2007 por una misiva que envió desde la cárcel instando a la cúpula de ETA a atentar contra el “corazón” del Estado para forzar al Gobierno a negociar.
«O les hacéis daños vitales en la cabeza/corazón o no hay nada que hacer». Henri Parot tenía claro en junio de 2001 qué estrategia debía seguir ETA para forzar al Gobierno a sentarse a negociar con los terroristas. El ex integrante del «comando Argala» –condenado por 39 asesinatos a penas que suman más de 4.700 años de prisión– llevaba entonces ya once años en la cárcel. Y fue desde el propio centro penitenciario de Córdoba desde donde remitió una carta a la cúpula de ETA en la que le marcaba la dirección a seguir. Proponía «volar» edificios enteros «vitales para el Estado» como el Banco de España o las bolsas de Madrid y Barcelona.
En esa misma misiva contaba a la dirección de la banda criminal que cuando fue detenido planeaba atentar contra el Ministerio del Interior y la Audiencia Nacional. «No entiendo cómo no la hemos volado ya».
Parot tenía que haber salido de la cárcel en 2020 –tras cumplir los 30 años de estancia máxima en prisión que establecía el Código Penal de 1973–, pero esa carta le supuso una nueva condena a once años de cárcel por integración en organización terrorista. Ahora, tendrá que esperar hasta 2029. Y es que la Audiencia Nacional consideró que con esa comunicación hacía «aportaciones relevantes sobre la estrategia que tenía que seguir la organización terrorista, sobre los objetivos que tenía que buscar la banda». Unas propuestas con las que, en definitiva –defendió el tribunal– «reanudó» de forma «activa y eficaz» su pertenencia a ETA.
El terrorista de origen argelino dio nombre a la célebre «doctrina Parot», por la que en 2006 el Tribunal Supremo estableció que los beneficios penitenciarios (reducción de pena) debían aplicarse sucesivamente a cada una de las condenas y no al máximo de estancia en prisión. Una interpretación que retrasó la excarcelación de decenas de terroristas y que, posteriormente, tumbó Estrasburgo.
Pero en las últimas fechas, Parot no ha regresado a la actualidad por este motivo, sino por el homenaje que la izquierda abertzale tenía previsto celebrar hoy en Mondragón –desconvocado ayer in extremis horas después de que la Audiencia Nacional se negase a prohibirlo al no ver indicios de un delito de humillación a las víctimas–. Una marcha de 31 kilómetros (tantos como años lleva en la cárcel) que ha hecho reaccionar a las víctimas del terrorismo ante lo que consideran un acto cuyo único objetivo es ensalzar la trayectoria criminal del etarra.
«O les hacéis daños vitales en la cabeza/corazón o no hay nada que hacer». Henri Parot tenía claro en junio de 2001 qué estrategia debía seguir ETA para forzar al Gobierno a sentarse a negociar con los terroristas. El ex integrante del «comando Argala» –condenado por 39 asesinatos a penas que suman más de 4.700 años de prisión– llevaba entonces ya once años en la cárcel. Y fue desde el propio centro penitenciario de Córdoba desde donde remitió una carta a la cúpula de ETA en la que le marcaba la dirección a seguir. Proponía «volar» edificios enteros «vitales para el Estado» como el Banco de España o las bolsas de Madrid y Barcelona.
En esa misma misiva contaba a la dirección de la banda criminal que cuando fue detenido planeaba atentar contra el Ministerio del Interior y la Audiencia Nacional. «No entiendo cómo no la hemos volado ya».
Parot tenía que haber salido de la cárcel en 2020 –tras cumplir los 30 años de estancia máxima en prisión que establecía el Código Penal de 1973–, pero esa carta le supuso una nueva condena a once años de cárcel por integración en organización terrorista. Ahora, tendrá que esperar hasta 2029. Y es que la Audiencia Nacional consideró que con esa comunicación hacía «aportaciones relevantes sobre la estrategia que tenía que seguir la organización terrorista, sobre los objetivos que tenía que buscar la banda». Unas propuestas con las que, en definitiva –defendió el tribunal– «reanudó» de forma «activa y eficaz» su pertenencia a ETA.
El terrorista de origen argelino dio nombre a la célebre «doctrina Parot», por la que en 2006 el Tribunal Supremo estableció que los beneficios penitenciarios (reducción de pena) debían aplicarse sucesivamente a cada una de las condenas y no al máximo de estancia en prisión. Una interpretación que retrasó la excarcelación de decenas de terroristas y que, posteriormente, tumbó Estrasburgo.
Pero en las últimas fechas, Parot no ha regresado a la actualidad por este motivo, sino por el homenaje que la izquierda abertzale tenía previsto celebrar hoy en Mondragón –desconvocado ayer in extremis horas después de que la Audiencia Nacional se negase a prohibirlo al no ver indicios de un delito de humillación a las víctimas–. Una marcha de 31 kilómetros (tantos como años lleva en la cárcel) que ha hecho reaccionar a las víctimas del terrorismo ante lo que consideran un acto cuyo único objetivo es ensalzar la trayectoria criminal del etarra.
«Buscan la impunidad»
La abogada de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) Carmen Ladrón de Guevara tiene claro que el acto de Mondragón era un paso más en la estrategia abertzale de blanquear el pasado de ETA y sus terroristas. «Exigir la excarcelación de Parot antes de que cumpla su condena es defender que aquello por lo que está en prisión está bien hecho».
Para la letrada, este tipo de actos –como los convocados hoy en el País Vasco por la izquierda abertzale como alternativa al de Mondragón– se «enmascaran como una reivindicación política» cuando lo que en realidad buscan es «la excarcelación y, por tanto, la impunidad de sus crímenes, porque consideran que estuvieron justificados».
Ladrón de Guevara recuerda igualmente que Parot se benefició recientemente de la política penitenciaria del Gobierno de acercamiento de presos etarras a cárceles próximas al País Vasco y Navarra. En su caso, fue trasladado del centro penitenciario Puerto III, en Cádiz, a la prisión de León. «Desde la AVT le hemos venido reclamando al Ministerio del Interior que se exigiera la colaboración con la Justicia y la condena de los atentados cometidos por ETA para asegurar que la dispersión siguiera cumpliendo con su finalidad de reinserción, pero han optado por ceder a una reivindicación histórica de ETA sin exigir a los presos nada a cambio».
En la carta que le acarreó su última condena, Parot se mostraba convencido de que sólo con atentados de gran calado el Gobierno que entonces presidía José María Aznar acabaría claudicando y negociando con ETA. «En el 88 se sentaron después de que volamos el cuartel de Zaragoza», se ufanaba.
Planeó su rescate en helicóptero
Parot puso incluso sobre la mesa los medios que debería utilizar ETA para llevar a cabo esos atentados, sugiriendo el empleo de «explosivos rompedores (militares) como plástico y TNT». «Con una carga de unos 100 kilos fácilmente disimulables en un zulo de coche se puede arrasar un edificio grande, que es lo que hay que hacer hoy», escribió.
El etarra ha sido condenado, entre otros, por el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987 (en el que murieron once personas, entre ellas seis menores) y por el asesinato de la fiscal de la Audiencia Nacional Carmen Tagle dos años después.
Desde la fecha en que se envió esa carta –junio de 2001– hasta septiembre de 2002 –cuando fue hallada en el domicilio de Bergerac (Francia) donde fueron detenidos los dirigentes de ETA Juan Antonio Olarra Gudiri y Ainhoa Múgica Goñi–, ETA cometió siete atentados y las Fuerzas de Seguridad evitaron otros dos. Como se encargó de recordar la Fiscalía en su escrito de acusación (en el que solicitó para él una pena de 29 años de prisión), todos ellos estaban «relacionados en sus características con los definidos en dicha misiva» (T-2, Torre Europa, ministerio de Justicia...).
En su escrito, Parot fantaseaba incluso con un plan para que ETA le sacase de prisión en helicóptero aprovechando las horas de patio. «Podría llevar una ikurriña en la mano», propuso el terrorista para ser reconocido por sus compañeros.
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Enterrados vivos: 41 bis, el régimen carcelario más duro de Italia ¿Un ejemplo para el Reino de España?
Feliciano Mallardo, sufría de diabetes, insuficiencia renal, problemas cardíacos, le habían detectado un cáncer de pulmón que ya medía 7 centímetros de masa y una metástasis hepática, estaba condenado en primera instancia a 24 años de prisión por extorsión agravada y asociación con la Camorra, murió en mayo de 2015 sometido a las duras condiciones que establece el artículo 41-bis — un severo régimen carcelario instaurado para forzar la confesión de exmafiosos detenidos y evitar su comunicación con los grupos criminales —, en la celda de la prisión del hospital San Salvatore en l'Aquila, enclavada en el centro geográfico de Italia. Seguir leyendo>>
Para la letrada, este tipo de actos –como los convocados hoy en el País Vasco por la izquierda abertzale como alternativa al de Mondragón– se «enmascaran como una reivindicación política» cuando lo que en realidad buscan es «la excarcelación y, por tanto, la impunidad de sus crímenes, porque consideran que estuvieron justificados».
Ladrón de Guevara recuerda igualmente que Parot se benefició recientemente de la política penitenciaria del Gobierno de acercamiento de presos etarras a cárceles próximas al País Vasco y Navarra. En su caso, fue trasladado del centro penitenciario Puerto III, en Cádiz, a la prisión de León. «Desde la AVT le hemos venido reclamando al Ministerio del Interior que se exigiera la colaboración con la Justicia y la condena de los atentados cometidos por ETA para asegurar que la dispersión siguiera cumpliendo con su finalidad de reinserción, pero han optado por ceder a una reivindicación histórica de ETA sin exigir a los presos nada a cambio».
En la carta que le acarreó su última condena, Parot se mostraba convencido de que sólo con atentados de gran calado el Gobierno que entonces presidía José María Aznar acabaría claudicando y negociando con ETA. «En el 88 se sentaron después de que volamos el cuartel de Zaragoza», se ufanaba.
Planeó su rescate en helicóptero
Parot puso incluso sobre la mesa los medios que debería utilizar ETA para llevar a cabo esos atentados, sugiriendo el empleo de «explosivos rompedores (militares) como plástico y TNT». «Con una carga de unos 100 kilos fácilmente disimulables en un zulo de coche se puede arrasar un edificio grande, que es lo que hay que hacer hoy», escribió.
El etarra ha sido condenado, entre otros, por el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987 (en el que murieron once personas, entre ellas seis menores) y por el asesinato de la fiscal de la Audiencia Nacional Carmen Tagle dos años después.
Desde la fecha en que se envió esa carta –junio de 2001– hasta septiembre de 2002 –cuando fue hallada en el domicilio de Bergerac (Francia) donde fueron detenidos los dirigentes de ETA Juan Antonio Olarra Gudiri y Ainhoa Múgica Goñi–, ETA cometió siete atentados y las Fuerzas de Seguridad evitaron otros dos. Como se encargó de recordar la Fiscalía en su escrito de acusación (en el que solicitó para él una pena de 29 años de prisión), todos ellos estaban «relacionados en sus características con los definidos en dicha misiva» (T-2, Torre Europa, ministerio de Justicia...).
En su escrito, Parot fantaseaba incluso con un plan para que ETA le sacase de prisión en helicóptero aprovechando las horas de patio. «Podría llevar una ikurriña en la mano», propuso el terrorista para ser reconocido por sus compañeros.
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